Me comí a la hermana de la novia.

Cófrades, les voy a contar algo que me acaba de suceder hace poquísimos días. Un antiguo amigo se casaba por segundas nupcias con una chica de la que había sido enamorado hace buen tiempo, pero que por cosas del destino se habían separado. Yo conocía a ambos desde esas épocas y a sus respectivas familias, por lo menos eso creía.

Ya en la ceremonia en un lugar de la zona oeste de Lima, llegaba la novia acompañada de una escultural mujer vestida de un vestido color rosado, el cual dejaba ver sus hombros y resaltaba unos hermosos pechos y unas piernas que para qué decir. De largo, el vestido le llegaba a la mitad de las piernas, dejando lucir una escultural figura. Si de medidas se trata la chica estaba en unos 95- 62- 95. Tanto así que los caballeros la mirábamos a ella y no a la novia.

Terminado el matrisuicidio, nos acercamos a saludar a los novios, y la bella acompañante seguía cerca a la flamante esposa. La salude a ésta y no podía desaprovechar la oportunidad, muy galante me acerqué a la acompañante. “Te felicito, le dije, la novia está guapísima. Aunque estando tú a su lado la eclipsas”, culminé diciéndole. La flaquita sintió la pegada. Me retiré y ya metros más allá con mis patas, la iba chequeando. Comenzamos a cruzar miradas, y en un momento le hice un brindis desde lo lejos, a lo que ella respondió sonriendo. “Ah, pensé, ésta es mía”. Tenía ella unos ojos negros, grandes y almendrados, como de odalisca, cara redonda, con un cerquillo en la frente que resaltaba su rostro. El cabello era lacio, color castaño oscuro, llegándole un poco más debajo de sus hombros. El tamaño de su boca era mediano, sus labios eran grandes y carnosos, de esos que te provoca morderlos en cuanto estás cerca. Su mirada era muy vital, alegre. Me recordaba una aventura anterior, y la verdad que me excitaba.

Ese día, la de mis amigos había sido la última ceremonia, así que teníamos el salón el tiempo que quisiéramos. Con mis patas comentábamos de la flaquita de rosado, especulábamos quién era, de dónde venía. Yo los dejaba hablar nomás, mientras iba preparando mi estrategia. Me dí cuenta que andaba mucho con los parientes de la novia, alguno de los cuales conocía. Entonces me aproximé a saludarlos, en eso se acercó ella a uno de los hermanos tomándolo afectuosamente del brazo. “Xuxa, me dije, es su costilla”. Conversamos tonterías y mientras lo hacía la miraba posesivamente, como diciéndole “vas a ser mía”. Ella me mantenía la mirada, también retadoramente. Sabía que le interesaba. Habíamos “hecho click”. Ya no aguantándome más les solté la pregunta, “¿y quién es el próximo? Ustedes, me imagino”. Se rieron ambos. ¿Philip, no te acuerdas de ella? Me dijo el amigo. Yo sorprendido le respondí, “la verdad que no”. “Ella es Maricielo, tú la has conocido correteando en la casa, es la última de mis hermanas”. Ella y yo nos sorprendimos entonces. Ya nos conocíamos. Saltó entonces la complicidad entre nosotros. No éramos dos desconocidos. La suerte siempre está del lado de los aventureros, el amigo tuvo que retirarse y nos quedamos ella y yo solos. Hubo un momento de silencio, ella esperaba que le dijera algo, y tenía que hacerlo rápido o corría el peligro de naufragar. “¿quién iba a pensar que esa niña juguetona que conocí se iba a convertir en esta hermosísima mujer?” fue mi expresión, complementada con una mirada de admiración y a la vez ternura. A ella le brillaron los ojos, la impacté. En eso pasó un mozo, no digo que la suerte estaba de mi lado, y nos dio un par de cocteles de pisco sour. Seguimos charlando unos minutos, como no se trata que cuente ello sino lo que vino después no me extenderé en lo hablado. Victorioso yo y ante la mirada suplicante de mis patas, que envidiosos me observaban de otro lado del salón, fui a pavonearme con ella. Y se la presenté. Bromas más, bromas vienen, yo era el gallo en ese corral. Y ella lo sintió así. No se me despegaba, cada vez nuestras miradas demostraban mayor atracción. Ya era mía.

Un momento antes de salir del local, se nos acerca el novio a decirnos, “muchachos vayan a la casa de Susy, ahí la seguimos, pero solo con Uds. Nosotros vamos a dar una vuelta y luego llegamos”. “Sale”, le respondí a nombre de todos. “Te irás conmigo”, la miré a Maricielo ya impositivamente. “Bueno, sí” aceptó. Volteando a su alrededor a ver si había alguien de su familia, nadie. Mi operación aislamiento había funcionado, finalmente era conocido de ellos.

Ya en el auto me la chapé. No tuve sino que quitarme los lentes y mirarla fijamente a los ojos, esos bellos ojos negros tan parecidos a los de alguien a quien extrañaba. Le acaricié suavemente el cabello, la tomé de la nuca, acercando su rostro al mío y nos besamos. Fue un beso muy dulce, recuerdo aún el sabor de su lengua, fresca, exquisita. En ese beso nos entregamos los dos muy tiernamente. Quise ir más allá, pero me tomó la mano, “vamos a la casa, me están esperando”, respondió con firmeza.

Era la casa de sus padres en San Borja, una casa por la que yo había trajinado tantas y tantas veces. La conocía casi de memoria. Como había sido un matrimonio civil no se eperaba aún la fiesta, acostumbrada para el religioso. Así que no éramos muchos los invitados, los más cercanos a la pareja realmente. Pusieron música variada, trajeron trago, las familias y los amigos conversando animadamente, era temprano todavía. Y mi musa caminaba agitada tratando de atender a los invitados. En un momento ella se me acerca y me dice en voz baja, “en un rato ya vengo, déjame terminar”. Yo no le hice caso, la seguí a la cocina y de la mano la jalé a la lavandería. Me la volví a chapar, creo que le gustó mi audacia porque los besos fueron más intensos, nada mejor que la adrenalina de lo prohibido, estar chapando a riesgo que nos ampayara el resto de la familia.

Mis manos comenzaron a explorar ese escultural y delicioso cuerpo, sus carnosas nalgas, su apetecible cintura, la apreté a mí y sintió que estaba en total erección. Ella me abrazaba igual, acariciando toda mi espalda con una mano y con la otra mi cabello. Nos detuvimos un momento para tomar aire. Acerqué mi rostro al suyo, juntando nuestras frentes, luego lo alejé y procedí a besar con ternura sus bellos ojos. Ella me volvió a abrazar de la cintura, creo que el gesto la había conmovido. Yo la abracé también, y nos quedamos así por unos segundos. Para seducir a una mujer, pienso, no hay nada mejor que la ternura. Luego, ella se separó de mí y me dijo, “¿recuerdas el dormitorio que hay al lado del baño en el segundo piso?” pensé un momento y le respondí “sí, claro que sí”. “En cinco minutos, sube como que vas al baño y entras al dormitorio, yo voy a decir que voy a cambiarme”. Fueron sus instrucciones. Como soldado raso las cumplí.

En cinco minutos, que para mí fueron una eternidad, estaba abriendo la puerta del dormitorio. Ella me esperaba escondida detrás de la puerta. Pasé y se me abalanzó por la espalda, me abrazó fuerte. Me dí vuelta y comenzamos a besarnos, esta vez sí como locos. Ella estaba descontrolada, creo que tanto trago yendo y viniendo la hicieron desinhibirse completamente. Nuestros besos eran profundos, nuestras lenguas se acariciaban sensualmente, estábamos encendidos a 100 grados, nos dábamos mutuamente besos en el cuello, en las mejillas, su vestido que era tipo straples ya estaba debajo de sus pechos que habían surgido mostrándose completamente. Redonditos, carnosos, con aureolas rosaditas, los pezones ya estaban erectos, y ante semejante espectáculo no me quedaba sino cumplir con su deseo, sorberlos y sorberlos. A cada emprendida que le daba, Maricielo jadeaba, me acariciaba la cabeza y en algún momento hasta me dio un beso en ella. Mientras tanto con las manos le iba bajando el cierre del vestido. Una vez hecho esto se lo quité completamente. Tenía una hermosura de mujer al frente mío. Su torso desnudo mostrando su exuberante pecho y su ombligo con un coquetísimo piercing . De la cintura para abajo, estaba con su truza y un portaligas que la hacían más deseable. Yo la miré y lo único que me vino a la cabeza fue comérmela, literalmente. Me abalancé sobre ella y comencé a morderle suavemente el cuello, ella gemía y gemía del placer, mientras, le acariciaba con una mano los pechos, restregando con mis dedos sus pezones. Maricielo pugnaba por quitarme la camisa, tanto el saco y la corbata los había dejado estratégicamente abajo para que no se notara mi ausencia. Yo seguía mordiéndola con delicadeza, bajé del cuello a sus hombros, qué delicia, su perfume era más excitante aún. No hay duda que para una mujer el perfume es el complemento perfecto. Después, mismo Homero Adams, besé cada centímetro de su brazo, llegando hasta la punta de sus dedos. Cielo me miraba extasiada el detenimiento que tenía, regresé por el antebrazo y la mordí suavemente entre la parte baja de su axcila y su seno derecho. Continué bajando y le mordí la cintura, a lo que soltó una suave risa, era cosquillosa. Con esa actitud totalmente complaciente y entregada le quité la truza y el portaligas. De un tirón me quité el pantalón y ya estábamos listos para el siguiente paso.

Volví a empezar el camino, nos besamos ardientemente, ya nuestras almas estaban unidas, solo faltaba unir nuestros cuerpos. Esta vez me fui deslizando por su cuerpo, llenándola de besos, hasta llegar a su vagina. Estaba mojadita. Con mi lengua fui de frente a buscar su clítoris. Solo pude darle un par de lamidas, porque inmediatamente reaccionó, “No, mi amor, me vas a hacer gritar”, me dijo. Me jaló de la cabeza hacia sí y volvimos a besarnos. “¿Tienes preservativos?” le pregunté, porque ya no me aguantaba las ganas de penetrarla. “Espera” me dijo, se metió a su baño y se vino con un durex. Ella misma me lo puso, porque yo ya estaba al palo. Y comenzó a chupármelo. No era experta en ello, pero me encantó su actitud, la forma en que me miraba cada vez que lo hacía, había verdadera entrega por su parte. La traje hacia mí y la volví a besar. Había llegado la hora de hacerla completamente mía.

La eché en su cama y yo encima de ella, comenzamos a besarnos y yo con mi mano guié mi miembro hacia su vagina, abrió las piernas y la penetré suavemente, estaba totalmente lubricada. Mi pieza se hundió como un cuchillo caliente sobre mantequilla. Dio un suave gemido y comenzamos a agitarnos, primero con suavidad, yo no quería que se convirtiera en una violación sino en una linda experiencia, más aún si estábamos en su casa. Mientras nos movíamos seguíamos besándonos, como auténtica pareja. Pero el ritmo y la pasión se iban extendiendo por nuestros cuerpos, la velocidad de las revoluciones seguían y nuestros cuerpos exigían más y más pasión, yo ya no la besaba, yo ya la mordía en el cuello y ella incrementaba la velocidad del movimiento de sus caderas, si yo no me controlaba podía venirme antes de tiempo. Me retiré y le dije, vamos a cambiar de pose, no le dije perrito, pero le dije que se pusiera en cuatro, jajaja. Cuando le ví solo el trasero, me parecíael paraíso, el corazón perfecto, curvilíneo, blanquito y suave muy suave, no me contuve y comencé a besárselo. Luego le pasé la lengua por su vagina, de inmediato la penetré, pero esta vez con fuerza, ahí sí salió lo animal en mí y comencé a sadiquearme y es que con semejante culo…. Cielo, se jadeaba, trataba de guardar silencio. Felizmente abajo la bulla seguía, en otras circunstancias cualquiera se hubiera dado cuenta que estábamos tirando. Cuando yo le iba dando y dando, ella me dijo, cambiemos de posición. Me eché en la cama y ella se posó encima de mí metiéndose la pinga por la vagina. Comenzó a cabalgar como loca, parece que es su pose preferida, se movía de atrás para adelante, se agachaba y se iba para atrás, rozaba su clítoris con mi pene. Y luego de un tiempo se vino. Me dí cuenta por su excitación y su explosión, ah ah ah, ahahahah. Y yo todavía nada, la agarré de la cintura y la agité más para que me estimulara más. Para qué lo hice, tuvo inmediatamente otro orgasmo, ahahahaha. Se agachó y comenzó a devorarme la boca, estaba fuera de control. Yo la volví a tomar en posición de perrito, verle el culo era la mejor estimulación para terminar. La penetré, pero ella estaba extasiada, terminó echándose sobre la cama y yo encima de ella. Con las manos libres, agarré y apreté sus riquísimos pechos y con plena libertad de movimiento para mis caderas me moví cuanto quise. Ella totalmente rendida, en mis manos, sometidas a mis deseos, llegué a la estimulación total, sentí cómo se hinchaba mi miembro, listo para eyacular, dentro de ella. Hasta que lo hizo, fue un placer mayúsculo. Yo ya rendido me eché a un costado. Ella se volteó y me comenzó a besar. Un polvo magistral.

Al rato, los dos estábamos muy frescos caminando por la fiesta. No puedo saber si esta historia continuará, porque el futuro no está escrito y aún no me he decidido a buscarla otra vez. Ustedes ¿qué dirían?

 

cofrade busquela y si estan solos x ahi intenten algo mas

 

Buen relato y siga disfrutando de su musa.

 

Excelente relato estimado. No se que esperas para buscarla weón.

Saludos

 

Lanza algunas fotos , para poder checar a la hermana de la novia .

 

Siguiendo sus consejos ya tengo su face, y pronto la buscaré, pero ni loco paso las fotos, jejeje.

 

Que exelente historia cofrade!!! Busquela y aventurese a mas, y si le bautiza el chikito cuentela nomas.

 

Cofrade asi como ha contado que tiene el culito no la puede dejar irse sin haberse comido ese culito y contar a la cofradia que le sigue, parece que no le gusta ir contra el trafico cofrade porque en ninguno de sus relatos detalle que se comio por el culito a alguna de sus presas.

 

Cófrade mendigo, lo invito a visitar mi relato me comí a mis dos secretarias, verá que al tubo también lo trajino.....

 

A los cófrades interesados en esta historia, les cuento que retomé el contacto con esta rica flaca, ya pronto les narraré una nueva profanada...

 

Cófrade, si te gustó este relato, no te olvides agradecer el esfuerzo de contarlo. De igual forma te invito a leer la zaga TIRÁNDOME A MI SECRETARIA.
Y desde aquí anuncio, una nueva zaga, "Me comí a una Tarapotina....".

 

a las secretarias, a la hermana de la novia, xuxa que tal suerte ... Y uno aca con la dieta del caballo jaja provechooo ... Que sigan mas sagas

 

muy buen relato, espero haya mas aventuras con esta chica

 

Philip, tiene usted para buen rato compartiendo sus aventuras. Gracias.

 

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Cofrade Josephsen, gracias por su comentario, pero kiero aprovechar la ocasion, para anunciar un cambio en el contenido de mis narraciones. Estoy mas inclinado a exponer las vivencias cotidianas de la gente que solo sobre erotismo, y no se si ello sera de interes del Foro. Veremos que ocurre mas adelante, considerando que hay relatos casi exclusivamente sexuales.