Tardes en la quinta

Tema en 'Relatos Eróticos Peruanos' iniciado por greening, 5 Sep 2016.

    greening

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    Era una de esas viejas quintas limeñas la que albergo mi niñez y juventud, sus paredes rosadas, las viviendas de un piso, las buganvillas que caían en las aristas de cada patio, las puertas de roble aun fuertes y de color oscuro, los patios revestidos con piedras redondas formando un damero, los niños jugando de un lado a otro y los adultos también jugando pero a sobrevivir.

    Mis juegos consistían en hacer lo que los niños de la quinta hacían, correr detrás de la pelota. Sin embargo, una actividad que yo disfrutaba mucho era recorrer todos los techos de la quinta, conocer cada rincón, cada espacio.
    Conocía a todos los adultos de la quinta, algunos eran los papas de mis amigos, gente humilde pero muy trabajadora. Había otras personas que solo sabía que vivían en la quinta, yo los saludaba simplemente por el hecho que me los cruzaba en el patio. La verdad que yo no era muy sociable, tan solo me encantaba ver a la gente e imaginar su mundo.

    En la cuarta casa de la parte posterior de la quinta, al lado de mi casa y al final del callejón vivía un joven técnico de fotografía, un muchacho de unos 28 años, vivía solo y se la pasaba casi todo el dia en el pequeño estudio de fotografía que había montado en su vivienda. Muchas veces salía con sus paquetes de fotos listas para la venta. Nosotros simplemente lo conocíamos como Alejandro.

    Al frente de mi casa vivía una familia de origen cusqueño que se habían mudado hace algunos años, el papa sostenía la casa con el digno trabajo de la construcción, tenía 6 hijos, 4 varones y 2 mujeres, todos flacos como una espiga de trigo y todos disciplinados casi como un militar.
    La primera casa del callejón, también mi vecina, estaba habitada por una pareja de esposos de máximo 40 años, él un señor obeso dedicado a los camiones y ella una buenamoza, trigueña dedicada a las labores de la casa.

    Corría el tiempo de verano y la verdad que yo no tenía más que hacer que ir a comprar pan en las mañanas, ayudar a llevar los baldes de agua y los distintos pedidos durante el día. Por las tardes una pequeña siesta post almuerzo y la invaluable tarde de juegos posterior. Así transcurrían los días sin que nada cambie, todo hasta que el verano finalice y volvamos a las clases y las tareas.

    Una tarde soleada mientras realizaba mi siesta post-almuerzo escucho que del otro lado de la pared alguien gemía primero lento, muy lento y se iba agitando por varios minutos hasta que todo quedaba nuevamente en silencio, al principio no le tome importancia pero después siempre me iba apresuradamente a realizar mi siesta esperando que esa tarde se repita nuevamente el espectáculo acústico que hacía que mi pantalón cobre vida en esas tardes de verano. Fueron muchas veces durante semanas, ya conocía el ciclo, primero los suspiros, después unos gemidos secos, luego unos gemidos más intensos combinados con el sonar del choque de la piel con la piel y finalmente un gemido alto, grueso y profundo. Esas tardes para mi eran lo máximo, era el origen del despertar de mi sexualidad, me convertí en un fetichista del sonido, había descubierto que mis oídos tenían tanto poder como para excitarme y de alguna forma sentir sensaciones que nunca había sentido. Para ello, yo era virgen hasta con mi mano. Fueron muchas tardes que esperaba el espectáculo, una y otra vez, pero cada vez me hacía más inmune, cada vez no me bastaba con escuchar los gemidos, cada vez mi cuerpo no se calmaba solo con esas frecuencias.

    Estaba decidido tenía que ver quiénes eran los protagonistas, quienes eran las personas que me arrancaban las más importantes erecciones de mi vida, no podía más tenía que saberlo. Es así que decidí llevar mis siestas post almuerzo al techo de la quinta y ver de donde provenían esos sonidos lujuriosos. Gracias al arquitecto de la época todas las viviendas de la quinta tenían un tragaluz en cada sala para iluminar de forma natural cada casa, por muchas tardes corrí de un tragaluz a otro esperando descubrir la vivienda de donde provenían los gemidos. Fueron tardes frustrantes para mi pues no descubrí absolutamente nada, solo miraba al panadero roncar, a la familia Pérez mirar el programa concurso de la tarde y la abuela de Carlos tejer por horas los ropones que a nadie iba a poder regalar. Desilusionado y casi derrotado iba a abortar la misión hasta que en la casa de Alejandro el fotógrafo se cerró de golpe una puerta, me presté a ver por el tragaluz y no podía creer lo que veían mis ojos, era Carmen la esposa del camionero arrinconando a Alejandro en su puerta, no lo creía, eran mis vecinos lujuriosos quienes despertaban cada tarde en mí mi deseo sexual, sin hacer el menor ruido comencé a verlos

    - Quiero que me la metas duro – decía ella-
    - Te espere desde hace muchos días – decía él mientras le devoraba el cuello y la apretaba con la pared.

    Ella era una señora muy guapa, unas tetas grandes y un cuerpo de guitarra que muchas jovencitas anhelarían tener. Alejandro le besaba el cuello, mientras le cogía el culo con las manos, le besaba la oreja, pasaba su lengua por su mejilla y sus manos bajaban a los muslos de Carmen. Alejandro se agacho le dio vuelta a Carmen y ella con la mejilla en la pared levantaba el culo como pidiendo a gritos que Alejandro la toque. Él apenas tuvo el culo de Carmen a la altura de la cara no dudo en hundir su nariz y boca en busca de la de Carmen, todo hasta ese momento con ropa. Rápidamente Alejandro teniéndola a Carmen volteada contra la pared le baja el pantalón y calzón al mismo tiempo y ahora se hunde en la vagina de Carmen ya sin ninguna barrera textil, se comienzan a escuchar los gemidos suaves. La boca de Alejandro desaparece en la vagina de Carme, ella solo tiene los ojos cerrados y sus manos arañan la pared crema de la sala de Alejandro.

    Ella no aguanta más y se saca el camisón que llevaba quedándose en sostén, él tan diestro que merece mi respeto levanta la mano y con un movimiento tan suave abre el sostén de Carmen dejando al descubierto las tetas grandes que tenía. Eran unas aureolas grandes marrones que estaban tiesos que parecían dos balas apuntando a la pared. Después Carmen se da la vuelta y besa tan intensamente a Alejandro que hace que este se siente en el brazo del sillón, le saca el polo y ella termina de sacarse el pantalón, esta completamente desnuda con las tetas colgando, la vagina recontra húmeda producto del trabajo de la lengua de Alejandro. Él se baja el pantalón y tiene la pinga enfierrada, sin pensarlo mucho ella se arrodilla y comienza a darle suaves besos al pene de Alejandro, él tan solo tira su cabeza para atrás degollado de placer, pasaron muchos minutos y Carmen ya tenía toda la pinga en la boca, lo chupaba con gran intensidad, le chupaba los huevos y lo masturbaba, para ello yo también estaba con la pinga parada y por primera vez imitaba la forma como Carmen pajeba a Alejandro, lo cual representaba también mi primer pajazo.

    Ella seguía chupando la pinga y cada cierto tiempo salía a respirar dejando ver el pene de Alejandro todo bañado en saliva. Él se incorpora y pone a Alejandra en perrito en el sofá, que hermoso ver ese culo en cuatro, era perfecto, redondo, grande y tan dilatado que desde el techo podía mirar a detalle. Él se limpió la punta de la pinga y la puso en la entrada de la vagina de Carmen, lo movía de arriba abajo mientras ella se retorcia de placer hasta que se escuchó un gemido seco y profundo señal que ya se la había metido por completo. Él la agarró suavemente de la cintura y poco a poco veía como salía esa pinga de las entrañas de Carmen quien habría la boca y gemía de placer. Fue así que siguió dándole cada vez más intenso a tal punto que el sillón comenzó a desplazarse por toda la sala, ella gritaba, gemía arañaba el sillón y él cuan macho espartano parecía endemoniado embistiendo esas caderas. Después Alejandro saca la pinga dejando ver la vagina diltada y roja de Carmen, ella se dio la vuelta y se hecho con las piernas abiertas invitando nuevamente a ser penetrada, él sin dudarlo se acercó y nuevamente clavó a Carmen, esta vez ella lo abrazo del trasero y lo apretaba contra ella. Fueron muchas embestidas en las cuales sus tetas rebotaban al ritmo del movimiento, él la agarraba de los muslos como abriéndola y ella volteaba su cara con la boca abierta gimiendo de placer. Comenzaron a hacerlo fuerte, el embestía muy fuerte y ella gemía, más fuerte, más fuerte, más gemidos y los dos terminaron volteando los ojos con un gemido largo, fuerte y profundo, era evidente que él había terminado.

    Él posteriormente salió y la dejo de piernas abiertas, aun ella hipnotizada por el placer, yo desde arriba viendo y sucede algo maravilloso, entre sus labios menores comienza a salir el semen de su vagina, Alejandro la había llenado todita, tanto que chorreaba por sus muslos. Yo en este instante después de algunas movidas de mano también experimente por primera vez esa sensación de climax cuando la leche sale y manché dignamente la parte baja del tragaluz de Alejandro.

    Yo me quede en silencio viendo como ellos se vestían y finalmente se despedían, sin ser conscientes que fuimos los 3 quienes finalmente pasaron una tarde de sexo, ellos haciéndolo y yo, pues, solo viendo, pero era suficiente para mí.
    Que increíble era verlos después, fingiendo cada uno que casi casi ni se conocían, fingiendo yo también que nunca vi nada. Era imposible verla a ella caminando con su esposo por la quinta sin recordarla ahí tirada en el sofá con las piernas abiertas, el vello púbico al aire, la sonrisa en la boca y el semen que le brotaba de la vagina.

    Fueron muchas tardes posteriores que gaste mi semen en ese techo viendo a mis amantes “secretos” fornicar.
    Después ella se mudó, de Alejandro no supe más, un día desapareció y nadie sabe nada. Yo ya de viejo a veces subo al techo y de vez en cuando veo por ese tragaluz esperando ver a Alejandro embistiendo con grosería y temple esas caderas exquisitas y calientes de la señora Carmen.
     
    greening, 5 Sep 2016

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    Muy buen relato :cool:
     
    santiagop89, 5 Sep 2016

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    dibe7

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    Buen relato.
     
    dibe7, 5 Sep 2016

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    sagem

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    Carajo que buen relato, tú debes publicar libros!
     
    sagem, 5 Sep 2016

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    Troyano69

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    Excelente relato greening........saludos
     
    Troyano69, 6 Sep 2016

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    #5

    greening

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    Gracias cofrades, siempre aportando algo al foro.
     
    greening, 6 Sep 2016

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    Cesar Pin

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    Cofrade ud es la imagen del otro lado, de aquellos que "ven" la accion . a mi me paso pero al reves por que mientras yo me tiraba a mi enamorada medio barrio se reunia en la casa de al frente para vernos tirando, claro que la mancha de "mirones" la componian chavales de 12 a 15 años.... de esyo me netere ya muchos años despues... ya lo relatare
     
    Cesar Pin, 6 Sep 2016

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    Darth Plagueis

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    Excelente relato.

    El Voyeurismo es una importante rama de la literatura erótica que estaba haciendo falta en este sub-foro.

    ¡Felicitaciones!

    Diablito
     
    Darth Plagueis, 6 Sep 2016

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    #8
    A xmorfeo y Troyano69 les gusta esto.

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